LA CUARENTENA Y LAS MAREAS
Por Ana Domínguez. 21/04/2020
“ El no vivir plenamente y sólo hacerlo desde el intelecto, nos hará incapaces de adaptarnos al presente.”
Mike Boxhall.
El otro día me crucé con esta frase al abrir mi “cuaderno de ideas” y qué a punto me vino.
Antes de este confinamiento, demandaba más tiempo; tiempo para sentarme a escribir, para poder organizar mis ideas e inquietudes,plasmarlas y liberarlas de alguna manera… y, mira tú por dónde, no he sido capaz de escribir nada hasta entrada la quinta semana. He pasado las cuatro primeras enfadada; enfadada con el sistema, con la injusticia que veía a mi alrededor, con la tragedia, con el dolor. Con mi madre… Estaba en constante reacción a todo lo que acontecía a mi alrededor; cada noticia o ausencia de ella, cada comentario o ausencia del mismo… En constante reacción… Menos mal que de unos años para acá me he vuelto más observadora, algo más reflexiva y gracias a ello he podido gestionar estos primeros momentos “algo” más equilibrada ¡Debo estar haciéndome mayor!
Para mí, todo en esta vida sigue un mismo orden; un mismo esquema de organización. Por ello, recurro a la observación de lo que hay a mi alrededor para encontrar respuestas o simplemente buscando una perspectiva más amplia. Recurro a diferentes cosas pero me nutro, sobre todo,de la naturaleza, del funcionamiento del cuerpo humano y también, cómo no, de la filosofía que hay detrás de la terapia craneosacral. Acabo de finalizar una charla de biodinámica y han hablado someramente sobre un concepto que denominan mareas y, mientras lo hacían, he visto el proceso por el que he ido pasando estos días explicado en ellas. Por no complicarlo mucho, las mareas son los distintos ritmos que se pueden percibir en el cuerpo; algo así como la Vida tomando forma en los tejidos y fluídos corporales (no soy capaz de explicarlo de manera más sencilla pero si sigues leyendo espero que te aclare algo). Esta Vida (o la vitalidad o potencia de vida, salud…)impregnando las diferentes partes del cuerpo, genera un movimiento con un ritmo y una dirección. Esa dirección siempre es hacia la salud. El cuerpo siempre busca estar bien.
Así funcionamos y, como os decía antes, para mí así funciona todo: la naturaleza, la sociedad, el mundo…Así es como entiendo lo que nos está sucediendo ahora mismo: el mundo necesitaba una parada para reequilibrarse porque el ritmo al que le estábamos llevando, le estaba generando un colapso. Y por ende, mi mundo y yo, también estamos en ese proceso.
En biodinámica, cuando te explican las mareas, te hacen un símil con el océano, así que vamos a ello.
Puedes percibir el ritmo de la superficie en forma de olas: unas veces la marea está más agitada ( como mis semanas de atrás) y otras, más calmada. .A este nivel, en biodinámica lo llamamos Impulso rítmico craneal o ritmo craneosacro.Pero sólo estás en la superficie, a la espera de cómo sople el viento Y es bastante habitual reconocerse en él, pero qué de cosas nos perderíamos si no miráramos más en profundidad, ¿no?
Puedes sumergirte en ese océano y llegar a sentir las corrientes más profundas. Este es el nivel de la llamada marea media. Aquí el movimiento es más lento y la sensación es de que perteneces a algo más grande que tu individualidad, que tu síntoma o tu emoción.Se puede percibir sutilmente esa grandeza del océano. Si estamos en este plano de consciencia, tendremos una sensación de mayor globalidad y percibiremos esa dirección de que la vida nos lleva por un camino.El camino de la salud y la vida, aunque seguimos estando a merced de las corrientes. En este sentido, pasé a este plano cuando dejé de reaccionar a cada cosa que me sucedía. Decidí parar y observarme más profundamente. Así conseguí ver qué había detrás de tanto enfado. Y era MIEDO…
MIEDO…
Miedo a cosas a las que puedo dar un nombre y otras a las que no pero que, conscientemente, siento el efecto que producen ( o producían) en mí. Y aceptarlo y aceptarme a mí con todo eso. Sin ser “perfecta”.
Este momento para mí fue brutal: no sólo darme cuenta de que tenía ( y tengo) miedo sino también y, sobre todo, aceptar que no soy perfecta y que está “perfecto” así.
Estar ahí me permitió pasar a lo que en biodinámica llamamos MAREA LARGA que, en nuestro símil del océano, es estar en el fondo, sin la connotación negativa que le solemos dar a esta expresión.
Un estado en el que sentimos la absoluta inmensidad del mar. De la Vida. Un estado de calma en el que las cosas suceden, las percibes, pero no te arrastran porque estás en un estado de comprensión mayor y puede que si sigues ahondando en esa profundidad, ésta te invada y no exista esa separación entre esa Inmensidad y tú. Esa potencia de Vida te impregna y eres una con Ella. Si en algún momento has llegado o llegas a sentir ésto, esta conexión con el TODO, has alcanzado lo que en biodinámica se llama QUIETUD. Éste es un estado de profundo entendimieno. Ya no eres esclavo de ninguna corriente, no hay lucha; sólo PAZ con todo lo que hay porque todo está bien tal cual es.
Repito ésto último por si lo pasamos de soslayo: TODO ESTÁ BIEN TAL CUAL ES.
Así, este tiempo de parada me ha permitido explorar mi vida en las distintas profundidades de la consciencia. Todas están bien y son necesarias. Siempre queremos vivir en la Quietud, en parte porque parece un estado más “elevado”, “mejor” o como poco, más agradable pero todos los niveles se complementan y son enriquecedores.
Con este texto, no pretendo enseñar nada ni de biodinámica ni de la vida pero necesitaba compartir y expresar todo aquello que se ha estado removiendo dentro de mí en estos días. Y lo comparto, sobre todo, por mí necesidad de soltar lastre. Si te sirve para algo, genial. En cualquier caso, gracias por estar ahí escuchándome.
Si la frase con la que empecé apela a la resiliencia y a silenciar el Intelecto (en este aspecto a mí me ayuda mucho el ejercicio consciente: ballet, pilates, yoga… para anclarme al cuerpo y hacerlo más adaptable y flexible ante las eventualidades de la vida. Y por extensión, a mí también), me gustaría terminar con una frase de Kiril, discípulo de Boxhall, un amor de hombre que habla desde el corazón. Su charla de hoy ha sido la última gota que hacía falta para arrancarme a escribir. Ahí os la dejo:
“ Nada debe ser excluído. Todo debe ser abrazado.”
En estos tiempos en los que no podemos abrazar al otro, parece un momento magnífico para abrazarnos a nosotros mismos, con TODO.
Gracias por escuchar,
Ana.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!
Bonita entrada, Ana. Gracias por compartir tus sensaciones en estos días. Creo que esta situación tan extraña para todos nos está poniendo a prueba y estamos descubriendo muchos de nuestros límites. Probablemente es en las situaciones que no hemos vivido nunca antes donde acabamos conociéndonos mejor a nosotros mismos. Aprovechemos la oportunidad para hacerlo y aprender de ello.
Dejo aquí una frase que creo que cuadra mucho con la fase que llamas de Marea Larga:
«El secreto de la vida consiste en aceptarla tal cual es» (San Juan de la Cruz)
¡Eso es! Has puesto palabras a mis emociones. He sentido miedo (y siento) a morir, a no vivir etapas pensadas, a no terminar proyectos, a que se me corte la vida, al dolor de la muerte,… Pero también a no atreverme a cuidar a los demás por ser cobarde, a defraudar, a ser débil. A no ser perfecta. Y, ¿quién ha dicho que tenga que serlo?
Que sensación de Quietud admitir y aceptar que no lo soy. Aceptación que me permite equivocarme y vivir sintiéndome libre.
Gracias, Ana.