Inducción Miofascial

«LA INDUCCIÓN MIOFASCIAL ES UN PROCESO SIMULTÁNEO DE EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO EN EL QUE, A TRAVÉS DE MOVIMIENTOS Y PRESIONES SOSTENIDAS TRIDIMENSIONALES, BUSCAMOS LA LIBERACIÓN DE LAS RESTRICCIONES DEL SISTEMA FASCIAL, CON EL FIN DE RECUPERAR EL EQUILIBRIO FUNCIONAL DEL CUERPO».

Andrzej Pilat

La fascia es un órgano, una «tela» de tejido conectivo que está presente en todas las estructuras de nuestro cuerpo. De hecho, la fascia que recorre nuestro cuerpo es solo una. El ejemplo visual que siempre se pone es una naranja. Partida por la mitad, vemos como de la piel de la naranja, salen extensiones membranosas que la dividen en gajos, y de estos, salen extensiones mas pequeñas que dividen ese gajo en mini compartimentos. Pues de esta forma se comporta la fascia en nuestro organismo: Recorre todas y cada una de las estructuras de nuestro cuerpo, envolviéndolas e introduciéndose en ellas para seguir compartimentándolas en su interior y organizar así sus estructuras internas, replegándose y dividiéndose para continuar a lo largo de todos los músculos, articulaciones, visceras, etc.

Ningún músculo está directamente en contacto con otro, ningún órgano está pegado a otro. Todo está separado, pero conectado a la vez a través de la fascia. Estos serían los gajos de la naranja dentro de nuestro cuerpo:

Teniendo más o menos claro lo que es, podemos deducir un poco que papel desempeña: La fascia separa, a la vez que une todas las estructuras corporales, las compartimenta y las organiza, las protege y las integra dentro un sistema global.

Además de todo esto, que no es poco, la fascia debe permitir que todas estas estructuras relacionadas se muevan correctamente entre ellas, tanto por el movimiento global del cuerpo, como por el movimiento intrínseco que posee cada una de ellas, así como permitirles el intercambio de sustancias fundamentales, puesto que los vasos sanguíneos, linfáticos y nervios también están integrados en este sistema fascial.

El sistema fascial presenta otras funciones complementarias como son la ayuda en los procesos bioquímicos a través de las actividades del líquido intersticial (líquido contenido en el espacio entre las células), regulación de la homeostasis, la ayuda en la preservación de la temperatura corporal y en la curación de las heridas (producción de colágeno).

Ahora podría surgir la primera gran pregunta: ¿Cómo puede influir este tejido en la aparición de patologías?

Pues bien, la respuesta es simple. Ya que la fascia lo conecta todo, permitiendo la correcta movilidad, nutrición e inervación de todos los órganos y sistemas, en el momento en se encuentre en disfunción, todo esto ya no ocurrirá de manera optima, pudiendo crear entonces la patología en alguna de las estructuras. Así, una disfunción miofascial no tratada correctamente y a tiempo, lleva al paciente a un círculo vicioso de tensión y espasmo muscular produciendo una disfunción orgánica y dolor.

Las causas que pueden crear una disfunción miofascial son múltiples, como traumatismos, cicatrices, alteraciones posturales de larga evolución, infecciones, inmovilizaciones e incluso alteraciones emocionales.

Segunda gran pregunta: ¿Cómo lo tratamos? Para esto contamos con las técnicas miofasciales.

En realidad, existen muchas técnicas miofasciales. Incluso muchas que a priori no están destinadas a trabajar sobre la fascia, también influyen y mucho en ella, ya que no podemos tratar nada obviando el tejido que lo envuelve. La fibrinolisis diacutánea, el kinesiotape, el anclaje miofascial o algunas técnicas de masaje son algunos claros ejemplos, aunque en las que más me gustaría profundizar ahora es en las técnicas de inducción miofascial.

Para realizar las técnicas, es necesario aplicar una estimulación mecánica del tejido conectivo, bien mediante presiones o tracciones suaves y mantenidas, o bien mediante una combinación de ambas.

Estos estímulos, provocarán cambios en las distintas propiedades del tejido fascial (tixotrópicos, piezoelectricos, viscoelásticos y en su tensegridad) con el objetivo de  lograr cambios en el desenvolvimiento mecánico del cuerpo y así aliviar el dolor como también recuperar la alterada función corporal.

El paciente lo percibirá como una presión suave de nuestras manos, y que se mantiene fija durante un determinado tiempo, imprescindible para inducir esos cambios en el tejido fascial. Aunque no es ni necesario, ni significa que la técnica haya sido más efectiva, el paciente puede tener sensaciones a nivel sistémico, pues como hemos hablado, la fascia es toda una, y aunque estemos contactando con una región concreta, también estamos involucrando a todo el sistema.

Dentro de este tipo de técnicas, catalogadas como «técnicas profundas» encontramos los planos transversos, las técnicas telescópicas y las manos cruzadas, todas ellas destinadas a un mismo fin: Eliminar las limitaciones funcionales del sistema fascial para así restablecer un correcto equilibrio corporal, eliminar los síntomas dolorosos y recuperar la alterada función tanto del aparato locomotor como de todos los sistemas que integran la homeostasis corporal.